¶ Y tornó el SEÑOR la cautividad de Job, orando él por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.
¿Por qué te abates, oh alma mía, y bramas contra mí? Espera a Dios; porque aún le tengo de alabar por el bienestar de su presencia.
Y llámame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás.
Alma mía, en Dios solamente reposa; porque de él es mi esperanza.
Buscad al SEÑOR, mientras se halla; llamadle en tanto que está cercano.
Deje el impío su camino; y el varón inicuo, sus pensamientos; y vuélvase al SEÑOR, el cual tendrá de él misericordia; y al Dios nuestro, el cual será grande en perdonar.
Entonces me invocaréis, y andaréis en mis caminos y oraréis a mí, y yo os oiré;
y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
Clama a mí, y te responderé, y te enseñaré cosas grandes y dificultosas que tú no sabes.
Y me dijo: Daniel, no temas, porque desde el primer día que diste tu corazón a entender, y a afligir tu alma delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y yo soy venido a causa de tus palabras.
¶ Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en las esquinas de las calles en pie, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo, que ya tienen su salario.
Mas tú, cuando ores, entra en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te pagará en público.
Y orando, no seáis prolijos, como los mundanos que piensan que por su palabrería serán oídos.
No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra, de toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
Y respondiendo Jesús les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto a la higuera; mas si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho.
Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está presto, mas la carne débil.
Y Jesús le dijo: Si puedes creer esto, al que cree todo es posible.
Entonces Pedro acordándose, le dice: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste, se ha secado.
Y respondiendo Jesús, les dice: Tened fe en Dios.
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate, y échate en el mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.
Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
¶ Y les dijo también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,
Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud.
Y Jesús, oído esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Entonces él, oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico.
Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!
Porque más fácil cosa es entrar un cable por el ojo de una aguja, que un rico entrar al Reino de Dios.
Y los que le oían, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo?
Y él les dijo: Lo que es imposible para con los hombres, posible es para Dios.
Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.
Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el Reino de Dios,
que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.
¶ Y Jesús, tomando aparte a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas, del Hijo del hombre.
Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, e injuriado, y escupido.
Y después que le hubieren azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará.
Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta, y no sabían lo que decía.
¶ Y aconteció que acercándose él a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando;
el cual cuando oyó la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello.
Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; mas si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a éste oye.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, todo lo que quisiereis pediréis, y os será hecho.
Por nada estéis afanosos; sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en todo con oración y ruego y acción de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en el Cristo Jesús.
Orad sin cesar.
Quiero, pues, que los varones oren en todo lugar, levantando manos limpias, sin ira ni contienda.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que a Dios se allega, crea que existe, y que es galardonador de los que le buscan.
Pero pida en fe, no dudando nada; porque el que duda, es semejante a la onda del mar, que es movida del viento, y es echada de una parte a otra.
Ciertamente no piense el tal hombre que recibirá ninguna cosa del Señor.
El hombre de doble ánimo, es inconstante en todos sus caminos.
Vosotros maridos, igualmente, habitad con ellas sabiamente, dando honor a la mujer, como a vaso más frágil, y como a herederas juntamente de la gracia de la vida; para que vuestras oraciones no sean impedidas.
Carísimos, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;
y cualquier cosa que pidiéremos, la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.
¶ Y esta es la confianza que tenemos en Dios, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, también sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos pedido.